sábado, 22 de diciembre de 2012
viernes, 14 de diciembre de 2012
viernes, 26 de octubre de 2012
El cambio
—Tú a la cola
como los demás.
Aquella era una frase a la que yo no estaba acostumbrado. Desde que había llegado la democracia, algunos empezábamos a escucharla más de lo que habríamos deseado y de boca de gente que no nos lo habría dicho nunca.
Aquella era una frase a la que yo no estaba acostumbrado. Desde que había llegado la democracia, algunos empezábamos a escucharla más de lo que habríamos deseado y de boca de gente que no nos lo habría dicho nunca.
Aquella
mañana, el patio del colegio bullía ante una novedad. Un niño exhibía una nueva
peseta con la efigie del rey, y los todos aguardaban en una fila
desesperante. Los demás niños no saben guardar cola, y yo no era de los que esperaban turno.
—Te doy un
duro de Franco por esa peseta del rey —dije desde atrás.
Incluso con la
democracia, había cosas que no cambiarían jamás.
sábado, 20 de octubre de 2012
Constancia y euforia
De la rutina insípida
de su oficina sacó apenas dos lecciones muy valiosas: que el éxito no es más
que una anécdota, generalmente muy
puntual, y que el fracaso no es sino una forma más de éxito. Aquel día
consiguió el ascenso codiciado tras tantísimos años de rutina insípida: por fin
podría encargarse de la reprografía.
Dos horas después lo
despidieron por haberse fotocopiado las nalgas.
sábado, 13 de octubre de 2012
Amanecerá
De camino a la
consulta, el inseguro Swann trataba de calmar sus nervios dándose ánimos. “No tiene por qué ser importante”, se decía,
y le vinieron a la mente, entonces, las historias que escuchó de niño. En
especial recordó la que oyó de labios de su abuelo, un relato sobre la
inquietud.
En el pueblo
—comenzaba así la historia— muchos parecían temerosos de algo irreparable, y
todo a causa de que un insensato había matado por error a la alondra.
Confundiéndola con cualquier otro pájaro, el pobre animalillo, sus crías y el
nido entero fueron acribillados, con lo que esto tenía de grave para el
transcurso de las cosas. ¿Cómo se distinguiría ahora el día de la noche? ¿Cómo
despertaría el cabrero para ordeñar a su Lucinda? ¿Qué haría el panadero para
salir de la tahona? Incluso se puso en duda que amaneciera o que se pusiera el
sol.
Al llegar el
momento en que normalmente tendría que anochecer, efectivamente anocheció, y el
relojero sentenció que también amanecería con o sin la alondra.
Ya en la
consulta —muchos años después de eso—, el inseguro Swann trataba de calmar sus
nervios. Pero el rostro del médico parecía ocultar algo.
—Podría ser,
señor Swann, pero en este caso es mejor intervenir.
Consejo visceral
De todo corazón, caballero, le digo que no tiene nada que temer. Tranquilícese, fúmese un cigarrillo, tengo
aquí una cajetilla, cómo no voy a tener tabaco, si soy médico. Tenga su placa.
Ahora váyase a casa, espere a su esposa, pídale perdón por su comportamiento y dígale lo que yo le he dicho, que en la radiografía, la mancha negra bajo el
pulmón no es más que el estómago.
¡Tiene cojones!
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